Imagínate que estas disputando los últimos minutos de un partido de fútbol que marcha con empate a cero. Te encuentras en el campo del equipo rival, sobrecogido por los gritos y hostilidades de la grada. De repente, el árbitro pita penalti a favor de los tuyos, y tus compañeros te proponen que seas tú el encargado de lanzarlo. Llegados a este momento pueden pasar tres cosas: que decidas no lanzarlo, que lo lances con confianza o que lo lances sin estar seguro de ello. ¿Qué harías tú ante esta situación? Hagas lo que hagas, parece que la psicología del deporte y, en concreto, la confianza puede ayudarnos a predecir tu elección.
Es habitual escuchar a entrenadores, periodistas o futbolistas hablar de lo importante que es la confianza para alcanzar el máximo nivel en el deporte. Algunos ejemplos de frases que escuchamos son “te faltó confianza en aquella jugada”, “debes confiar más en ti mismo” o “a ese jugador lo que le falta es confianza, hace tiempo que no mete goles”. Cuando un deportista falla y no está claro por qué, la confianza se erige como una explicación posible. Es una forma de explicar aspectos mentales difusos y que aparentemente tienen lógica: “Si falló ese penalti es debido a su falta de confianza”. Y digo aparentemente porque medir la confianza a través de la conducta externa es algo precipitado y que carece de fundamento. Como agentes relacionados con el fútbol conviene tener claro qué es la confianza (o seguridad) y cómo se puede convertir en nuestra aliada.
La confianza es un proceso psicológico, estudiada en psicología del deporte, en el que intervienen factores de tipo motivacional, contextual, emocional o de aprendizaje. La confianza depende del grado de seguridad que tenemos en el desarrollo de una tarea. Y como se sabe, a mayor confianza mayor rendimiento. Esto es debido a que cuando una persona tiene seguridad se centra plenamente en el desarrollo de la tarea (focalización atencional exterior) y cuando ésta falta se centra en sus pensamientos y emociones (focalización atencional interior). La forma de pensar y de focalizar la atención es un buen indicar de cuánta seguridad tenemos. ¿Qué piensas mientras juegas a fútbol? ¿Piensas qué tal estás jugando? ¿Piensas que podrías estar haciéndolo mejor? Si estos pensamientos son muy recurrentes e incontrolables, es posible que tengas que trabajar en tu seguridad.
La mayoría de personas creen que la falta de confianza está relacionada con la falta de autoestima, la psicología del deporte también ayuda a potenciarla. La creencia popular relaciona falta de seguridad con baja autoestima. Es un error habitual, incluso practicado por profesionales de la psicología, relacionar estas dos variables, y esto se debe a que no tenemos bien claro qué significa tener autoestima. La autoestima está relacionada con la consideración que tenemos sobre nosotros mismos, y depende en gran medida de agentes externos. Está muy relacionada con los objetivos que vamos alcanzando y con las metas que nos planteamos en la vida en general, y en el deporte en particular. Por ejemplo, a mayor número de partidos jugados de titular, mayor autoestima. ¿Es esto malo? Depender de los logros como fuente de autoestima es un error de base, pues como todos sabemos, tarde o temprano todos fracasaremos por nuestra propia condición de humanos. Imagínate que no alcanzas una cantidad de goles prevista, o que no juegas lo suficiente según tus objetivos (cuestiones que no dependen de ti), lo normal es que si tu confianza se ha reforzado gracias a la autoestima, puede desvanecerse como un castillo de naipes. Esto quiere decir que la autoestima, por su excesiva dependencia del resultado, no es una base sólida para trabajar la confianza. En este sentido, sería mejor trabajar el autoconcepto. Y es que ésta no depende de nuestros logros y sí de lo que pensamos sobre nosotros mismos. Si un futbolista tiene un autoconcepto positivo sobre sí mismo, y aun así no juega lo suficiente, su confianza no mermará tanto como en el caso anterior. La confianza debe beber, por tanto, del autoconcepto y no de la autoestima.
Otro error es asumir la confianza como un todo o nada. Esto suele verse en comentarios de tipo “este jugador no tiene confianza” o “si tuvieras confianza podrías ser titular”. La confianza no está polarizada como un sí o un no como cualquier otra variable de psicología del deporte. Todas las personas tenemos confianza, pero no la sentimos en todos los contextos. Actos diarios de confianza pueden ser conducir, comer o hablar con amigos. Por lo tanto, la confianza es innata al ser humano y muy común, pero ¿qué debemos hacer para generalizarla en la mayoría de contextos?
La psicología del deporte es aplicada por los psicólogos del deporte, que son los profesionales perfectos para trabajar aspectos relacionados con la confianza en el fútbol en particular y en el deporte en general. Si a la pregunta inicial que te hice sobre si tirar o no el penalti, contestaste que no, podrías necesitar que un profesional te asesore para mejorar tu rendimiento. No tener confianza es habitual hasta para los deportistas más importantes del planeta. Ahora bien, una cosa es no tener confianza y otra es que ello te afecte en el rendimiento. Tienes que saber que en la mayoría de los casos esperamos tener confianza para actuar, y eso es un error de base. La confianza no es un ente que se gane a través de ejercicios. Ésta se consolida a través de la práctica, el ejercicio, la exposición o la focalización atencional, entre otros. Si crees que puedes tener problemas en este sentido, no lo dudes y ponte manos a la obra con un profesional. Informa Psicología y Deporte es el lugar perfecto para aumentarla y mejorar tu rendimiento.
Alexander García Hernández es Psicólogo General Sanitario, experto en Inteligencia Emocional y en psicología de la actividad física y del deporte. Es además Máster en Dirección de Entidades Deportivas, Máster en Dirección de Recursos Humanos y Máster en psicología organizacional. Colaborador de Informa Psicología y Deporte.
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